
La verdadera historia
Las longanizas no son de exclusividad de la capital provincial de Ñuble, puesto que las hay exquisitas en Bulnes, San Carlos, Quirihue, San Gregorio o Coelemu.
Pero para distinguir la calidad de éstas se debe reconocer su tradición y perdurabilidad en el tiempo.
Cabe destacar que en las crónicas ñublensinas no existen estudios sobre la historia y situación actual de la producción y comercialización de este afamado manjar.
Sin embargo, la historia no escrita y que Alejandro Witker narra en “La Silla del Sol”, podemos recoger pedazos de una tradición que se ha mantenida viva por más de 100 años y que es parte de la cultura chilena.
Las longanizas comenzaron a fabricarse en la colonia cuando la antigua práctica española echó raíces en esta tierra como en otros lugares de Chile. Pero, ¿desde cuándo las longanizas de Chillán conquistaron fama nacional?
Don Eloy Serrano Ubis llegó a Chile procedente de Castilla la Vieja en 1910 y se instaló inicialmente en Bulnes y una década mas tarde lo haría en Chillán con una fábrica de cecinas en la Avenida Collín N° 916. Fueron famosos los chorizos de tipo riojano que se fabricaban con pimentón español con la marca, El Serrano, como se conocieron en muchas ciudades del país. El costo del pimentón importado sugirió la idea de fabricar un chorizo para venta más inmediata y fresca que se vendió con mucho éxito en Santiago, donde lo denominaron “longaniza de Chillán”.
Don Eloy, luego vendió a una sociedad formada por su hijo Marcelino y un grupo de socios, entre los que se encontraba don Victoriano Bengoa Goitía, quienes se hicieron cargo del negocio a mediados de los años 50; algunos se retiraron y entró en la sociedad don Pedro Lamas cuyas actividades comerciales anduvieron mal al punto de quebrar.
“Viviano Nuñez y yo, cuenta don Victoriano, compramos a la Sindicatura de Quiebras la parte de Lamas; más tarde murió Gómez y yo compré a la viuda su parte, asociado con mis primos Olalde, quines a su vez se retiraron a comienzos de los setenta, desde entonces me hice cargo solo del negocio”.
Don Victoriano venía, como los Olalde, de Oñate, situada en el país Vasco, donde nació en 1928 y 20 años más tarde llegó a probar suerte a Chile.
A pesar de estas vicisitudes, don Victoriano reconoce que la empresa continuó la ruta trazada por don Eloy.
“Seguimos sus enseñanzas técnicas y su ética; no sacrificar la calidad por la ganancia fácil”, afirma don Victoriano con fuerte convicción.
“Fue duró el comienzo, trabajé varios años con un camión que llevaba carga a Talcahuano; el viaje duraba cuatro horas; sólo un día a la semana dormía en cama…”
Se casó con la chillaneja, Inés Aravena, con quien tuvo tres hijos, el varón, también Victoriano es el brazo derecho de quien ya le señaló la misión de relevarlo en el negocio.
Hoy es él quien está cargo de la empresa y ha sabido llevar de excelente forma la producción de longanizas y embutidos artesanales. Conservando la calidad de sus productos y abriéndose a nuevos mercados.
Su moderno local ubicado en la Avenida Collín N° 820, resguarda un trozo de la cultura y tradición de Chile, donde los sabores y olores se mezclan, dando origen a la verdadera longaniza de Chillán.